Mi experiencia profesional me ha permitido observar cómo los chilenos nos valoramos poco, en particular, las mujeres, a quienes nos avergüenza maquillarnos, vestirnos lindas sólo porque sí, no nos creemos el cuento de lo que somos (que no se trata de ser egocéntricos) y tendemos a compararnos frecuentemente con los demás. Lo preocupante es que, generalmente, traspasamos estos sentimientos negativos a las generaciones que nos prosiguen, pero ¿por qué y de dónde provienen estos malos hábitos?
Generalmente, la falta de conocimiento hacia nosotras mismas y la vasta valoración que hacemos al concepto que obtenemos de nosotras, provoca que rechacemos nuestra identidad, que desconozcamos nuestras limitaciones, y en función de ello, nos tracemos metas irreales que terminan por frustrarnos.
Conocernos a nosotras mismas es el primer paso para lograr todo aquello que nos propongamos. ¿Cómo? ¿Por qué? Porque conocernos de manera correcta nos hará conscientes de nuestras fortalezas y áreas de mejora (limitaciones o debilidades), y que por consecuencia, nos llevarán a esforzarnos, a trabajar duro y a trazar metas congruentes a nuestras capacidades y competencias, es decir, objetivos reales y alcanzables. El autoconocimiento implica un proceso reflexivo, a través del cual una persona adquiere noción de sus propias competencias, lo cual le permite aprovechar las oportunidades y estar preparado para los desafíos que presente el entorno o contexto donde se desenvuelva.
Quizás te parezca que suena sencillo y seguramente tú crees que te conoces muy bien, pero ¿es realmente así? ¿Nos conocemos realmente?
Responder a la pregunta “Quién soy” y describirse conscientemente resulta ser muy difícil para muchos. De hecho, la mayoría de las personas cree que se conoce a la perfección, pero un poco de reflexión les haría darse cuenta que en realidad no es así… ¿Por qué haces hoy en día eso que tanto te disgusta? ¿Por qué estudias esa carrera que no te gusta? ¿Por qué maldices tu trabajo? ¿Por qué asistes a cursos, especializaciones o talleres que no te mantienen atenta? ¿Por qué deseas tener o hacer lo del otro? ¿Por qué quieres que la hora avance rápido y no disfrutas lo que haces? La falta de interés, las comparaciones y la envidia (sí, aunque sea sana), son signos de que aparentemente no te conoces lo suficiente.
Tener consciencia de sí misma e identificar esa identidad que nos diferencia de los demás, nos permite aprender a desenvolvernos con eficacia en la vida y a afrontar nuestro día a día de manera óptima, saber identificar nuestras emociones y actuar en consecuencia a ellas.
Para conocerse profundamente es necesario tomarse un tiempo para reflexionar y realizar un análisis íntimo, pensar en quién he sido, quién soy y en quién quiero transformarme. Es importante saber que se debe partir de la base de aceptación. Aceptarme como soy me permitirá conocerme aún mejor. Debes ser consciente que todos tenemos virtudes y áreas que debemos mejorar, porque claramente ¡nadie es perfecto en el mundo!
Existen dos tipos de estrategias que nos ayudarán a conocernos. La primera y más importante es pensar en nuestra historia de vida y todo aquello que nos compone, identificando diversos aspectos de nosotros mismos. Te sugiero que dediques tiempo y te regales un momento de privacidad para realizar este ejercicio. Toma una hoja y un lápiz, y en un lugar tranquilo siéntate a pensar y escribe, en primera instancia, los aspectos que definen tu“Yo personal”, es decir, tu persona y el punto de partida para evaluar a los otros, nuestras ideas más íntimas, lo que tiendo a juzgar, lo que siento, los rasgos de personalidad, lo que percibo y veo de rendimiento en el trabajo y tareas cotidianas (mis competencias), etc. Luego, describe tu “Yo corporal”, es decir, todo aquello relacionado a los rasgos físicos, tu cuerpo, peso, estatura, color de ojos, mirada, salud, ropa, estilo, etc. También es importante que definas tu “Yo social”, aquello que los otros opinan, dicen y sienten de ti, también lo que cree que piensan, dicen y sienten, como también aquellos mensajes de personas significativas, como padres, familiares y amigos. Y finalmente, describe tu “Yo material”, todo eso que tienes, que has comprado y adquieres, tus regalos, tu dinero, auto, casa, muebles, etc.
Una vez definidos estos cuatro aspectos, tendrás un sencillo primer bosquejo de los aspectos que te componen. Pero aún hay más, ya que existe una segunda estrategia que nos permite identificar lo que compartimos conscientemente con otros, lo que hacemos inconsciente, cómo nos perciben los demás, cómo se comportan con nosotros, cuáles son las cosas que constantemente me dicen, etc. Este ejercicio se logra identificando cada área de la Ventana de Johari.
La Ventana de Johari es una herramienta que ilustra nuestro proceso de comunicación y analiza nuestra dinámica de relaciones personales. Debes empezar identificando tu “Área pública”, la cual te permite identificar lo que sabes y expresas en concordancia con los demás; nos permite comunicarnos y coordinar acciones con mayor efectividad, ya que nuestras palabras, pensamientos e ideas significan lo mismo, disminuyendo cualquier tipo de amenaza o defensa. Luego, identifica tu “Área oculta”, la cual está compuesta por aquello que no queremos que el otro sepa de nosotros, y que generalmente ocurre debido a que no confiamos en el otro y no queremos hacernos vulnerables; frecuentemente son miedos, fracasos y debilidades, ya que no estamos seguros si el otros nos va a perjudicar al tener dicha información. Luego, intenta dilucidar qué aspectos componen tu “Área ciega”, la cual se compone de todo lo que somos inconscientes, como por ejemplo, gestos o actitudes que no hemos advertido, una determinada forma de hablar, tics nerviosos, muecas, etc.; Para descubrir estos aspectos, pide ayuda a personas cercanas, amigos, familiares, compañeros de trabajo, etc.; ya que ésta área puede reducirse sólo cuando otro nos da a conocer esa información; sin embargo, algunos lo evitan o postergan por temor a herir tus sentimientos o a enfadarte; pero ten claro, conocer el área ciega aumenta tu autoconocimiento. Y finalmente, la vida y las experiencias que vayas teniendo te permitirán llevar al área pública u oculta, esos aspectos que hoy componen tu “Área desconocida”, la cual alberga toda la información que los otros no saben y que nosotros tampoco; es decir, nuestras motivaciones inconscientes, aquellas que se descubre en momentos inesperados por casualidad, y que representan nuestro aspecto “desconocido” o “inexplorado”; puede incluir aspectos de nuestra dinámica interpersonal, acontecimientos de nuestra primera infancia, potencialidades latentes y recursos aún por descubrir.
Es importante que siempre te des un minuto para ti, para reflexionar y pensar en qué estás, si vas por el camino correcto o si hay algo por lo cual te debes esforzar y mejorar. Siempre es bueno darse unos minutos para reflexionar y dedicarse tiempo para realizar todo aquello que nos apasiona y nos agita el corazón, tiempo para recomponerse de los días agotadores y eliminar el estrés, eso a lo que los psicólogos llamamos “autocuidado” y créanme que todos deberíamos hacerlo. Busca ese momento del día en que puedes dedicarte a eso que tanto te gusta y que has dejado de lado, reflexiona mientras lo realizas, tal vez sea pintar, dibujar, cocinar, bailar, pasear, cantar, trotar, etc.
No conocernos de manera óptima nos lleva a compararnos, a tomar malas decisiones y a seguir consejos de los demás, que no siempre son lo que nosotros desearíamos. No tener claras cuáles son nuestras limitaciones o debilidades conlleva a que nos fijemos metas irreales y posteriormente, terminemos frustrándonos porque no podemos cumplir nuestros sueños.
Es importante ser conscientes de nuestras fortalezas, de todo aquello para lo que somos buenos, pero también de aquello que nos limita y que forma parte de nuestras áreas de mejora, que podemos trabajar y superar; pero sin duda, tan importante como ser CONSCIENTES de éstos aspectos, es el ACEPTARNOS tal como somos, ya que estos dos elementos nos llevarán a cumplir toda meta que nos propongamos.
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